Por Alfredo Gómez Acebes
Las procesiones de la Semana Santa local, unas de las mejores de toda Valencia, tienen una antigüedad más que centenaria, por tradición, devoción y arte en sus pasos. Fue a partir de la década de los años 1920 cuando empezó a forjarse la procesión de la Semana Santa tal y como la conocemos actualmente. Así en 1919 hubo procesión a las nueve de la noche el jueves y viernes Santo, con visita a los “monumentos” en la iglesia y conventos.
En 1923 se celebró la Semana Santa con gran esplendor. El viernes Santo se celebró la procesión del Santo Entierro, presidida por el alcalde Felip Ferrer, concejales, la “Alianza” y un buen número de “hachas” y “sayones”. La procesión del convento de San Francisco al Calvario tuvo lugar llevando solo el Cristo y no las imágenes por el mal estado de las calles, ya que había llovido y estaban llenas de barro. Las procesiones jueves y viernes Santo de los años 1924 y 1925 fueron igual de concurridas, con “gran número de hachas, penitentes o vestas”, varias de ellas “vestidas de blanco con un escapulario, cíngulo y los emblemas de Jesús”, presidida por la banda “La Alianza”, y con muchas de las fachadas iluminadas. Para sufragar los gastos se colocaba una mesa petitoria en la iglesia.
En el año 1926 salió por primera vez en la procesión de la Semana Santa local la imagen de la Virgen de las Angustias. Y en el año 1927 en la procesión salieron dos nuevos pasos de la Pasión. Uno de ellos costeado por los frailes de San Francisco, y el otro por una familia vinarocense. También se renovaron los “sayons” de los mayorales del Santísimo que abrían paso a la procesión.
Estos nuevos pasos salían del Convento de San Francisco, junto con la imagen de la Virgen que lo hacía de la Divina Providencia.
Ya poco antes de comenzar los actos de Semana Santa del año 1929 muchos vecinos arreglaban los altares de las Iglesias de Vinaròs. Así, por ejemplo, en la Iglesia de San Agustín, las sras. Carlota y Amalia Meseguer costearon la reforma del altar de San Nicolás, consistente en el dorado del mismo a cargo del maestro Francisco Candau.
En este año de 1929, el sermón del Descendimiento en la Iglesia de San Agustín del Viernes Santo fue pronunciado por el reverendo D. Federico Domingo. Como curiosidad, en esas fechas, el Obispado de Madrid prohibía expresamente que se vendieran caramelos con envoltorios que tuvieran grabados el Corazón de Jesús, la Virgen y otros santos puesto que los papeles se tiraban al suelo y eran pisoteados, lo cual estaba considerado un acto irreverente.
El 10 de marzo de dicho año fue trasladado, en procesión multitudinaria, desde la Iglesia de San Agustín a la parroquial las imágenes del Ecce Homo, del Jesús Nazareno y de la Virgen de los Dolores. Al día siguiente, jueves, se celebró el novenario en la Parroquial y empezó cada día a celebrarse por la mañana misa cantada con Miserere y por la tarde el rezo del Rosario. A destacar el solemne septenario llevado a cabo por Mosén Pascual Bono en honor a la Virgen de los Dolores en el convento de San Francisco.
En el monumento de la Iglesia de San Agustín se estrenó en ese año un rico dosel de terciopelo granate con aplicaciones de plata confeccionado por las señoritas Herranz y Meseguer.
El jueves Santo desde la Iglesia San Agustín salió la tradicional procesión a las ocho de la tarde hasta la Parroquial, seguida a las once del rezo del Rosario y a las doce del Vía Crucis.
Desde la Iglesia San Francisco también salió la procesión llevando en andas los pasos de la Oración en el Huerto y Azotes en la Columna. Y desde el Convento de la Providencia, a las siete, la procesión la imagen del Jesús Crucificado para unirse a la procesión general.
El viernes Santo también contó con una lucida procesión, a las ocho de la tarde, con los diferentes pasos y monumentos. El sermón del Descendimiento fue pronunciado por el reverendo D. Francisco Federico, capellán de las Teresianas de Tortosa.
Esa misma mañana, a las cinco de la madrugada se celebró el Vía Crucis desde la iglesia de San Francisco hacia el Calvario.
Las procesiones del jueves y viernes Santo fueron precedidas por las autoridades locales acompañadas de la Banda “La Alianza” dirigida por el maestro Frías.
En estos días de Semana Santa se establecía el ayuno. Para lo cual solo se permitía los días de ayuno una sola comida, además del desayuno y “colación”. Además si iba acompañado de abstinencia, no se podía comer carne. En el calendario cristiano del año 1930 se especificaba que “Los ricos, para poder disfrutar de estos indultos, deben procurarse el Sumario de Abstinencias y Ayuno. Los que no son ricos pueden gozar de los mismos privilegios sin necesidad de dichos Sumarios ni rezar el Padrenuestro, pero no pueden ganar las otras gradas espirituales”.